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Mostrando entradas de 2014

La sonrisa de su padre.

Caminaba tras de ella, y ella jamás volteó a mirarme… Iba sumida en sus pensamientos, tal vez pensando en su madre que acababa de fallecer.  La seguí por un largo tramo, hasta que la vi entrar a su casa.  No me despedí, ¿para qué? Iba a volver a verla… Sabía que iba a visitarme al día siguiente.  Yo estaría esperándola en el umbral… No quería irme sin verla sonreír, al menos, un poco.  En sus labios carga con un recuerdo que me acompañará a la luz. Esu Emmanuel G.

A través de la mirilla... [1ra. Parte.]

"Hoy me voy a prensar de ti, de tus ojos, de tu boca, de tu pelo…" Llevaba un buen rato dándole vueltas a esa frase en su cabeza, no sabía cómo continuar. El silencio le seguía.  Llegaban a su mente palabras; frases cortas que trataba de combinar con ese comienzo, pero nada le convencía.  Frustrado, arrancó la hoja para hacerla bola en sus manos y luego lanzarla a la pared que tenía a unos metros frente a él.  Volvía a suspirar, a tomar aire profundamente, trataba de encontrar otro inicio… Imposible. ¿Qué pasaba por su cabeza realmente? ¿Qué era lo que quería decir que no podía salir de sus manos? Se avasallaban entre sus dedos esos cuestionamientos, mientras en su cabeza se agolpaban las respuestas; aún mudas, temerosas, dispersas.  Daba lentos giros en la silla al tanto que trataba de callar a su mente, era mejor buscar el silencio entre tanto ruido que lo agobiaba, pero… El silencio parecía no querer visitarle.  Volvía la misma frase a amotinarse en sus sienes y en su

Gracias.

Regresar a casa después de tanto tiempo en la vagancia.  Me encuentro satisfecha por lo descubierto, lo vivido, lo sentido y lo perdido. He cosechado conocimiento; mucha información que es de ayuda para mí. Eternamente agradecida estoy con los seres con quienes me topé y me he cruzado, esto continuará hasta que diga "basta". 

Si me conociste...

He leído tus cartas, las he repasado una y otra vez.  Todas las lecturas me han llevado a lo mismo: "Si me conociste, ¿por qué juzgarme tan mal?" Es una pregunta que no me alcanzo a responder, y no porque no pueda hacerlo sino por que no te tengo aquí. No soy, ni fui, dueño de tu mente.  Jamás lo fui.  Lo que vivimos fue un arranque de lujuria tan profundo que aún no lo puedo olvidar.   Lo acepto, Vida Mía.  Lo acepto... Estas manos te extrañan, estos ojos te lloran, esta boca ruega por el elixir de tu piel.  Vago sediento por las veredas de otra vida que no me alcanza a complacer.  Pero, no puedo volver contigo, no puedo, me lo tengo prohibido.  Entrar a tu mundo es enloquecer.  Me haces sentir tanto que me hierve la piel.  Del corazón ni hablar, no sabe cómo responder a tu presencia, a tu cercanía, a tu capricho, a tu cadena.   Si por mi fuera, desaparecería tu recuerdo de mí... Sin embargo, me es imposible.   Te recuerdo tanto, te siento tanto aún.   S

Ella... Creación.

Su alma es tan pura,  que las nubes se hacen hojas, el cielo azul, tinta, y el sol, la dorada pluma. Cada que observa hacia el firmamento,  las mismas estrellas van escribiendo lo que miran en sus ojos; el reflejo. Y cuando sonríe...  Oh, tú no quieres ver cuando sonríe. Sus blancos dientes brillan como si fuesen luceros ardientes.  Puede cegarte. El mismo cielo se le ha entregado a sus manos,  como lienzo eterno a sus profundos pensamientos. No hay nada que a Ella se le pueda negar,  tiene en sus dedos la pureza de la abnegada creatividad. La misma naturaleza se sabe a su merced, pues si hay belleza en el mundo es por Ella, la niña que vibra como un ángel de piel. Cierto día, Ella perdió la fe. Se creyó vacía, se sintió ajena a lo que fue. Sus ojitos ya no brillaban, mas sus lagrimas ardían en su piel.  Su llanto llenaba a las hierbas de pena, a los arboles de tristeza, a las aves de dolor...  Ella desconocía que la naturaleza y t

Notas al desierto.

Y, tal vez, en el desierto sea, el letargo, mi camino; ese que hace tiempo olvidé. No se puede beber agua de un oasis. Cada paso iba dejando una huella de sangre en el camino de la vida, Su vida. Se sentó, tuvo tiempo de hacerlo, sabía que alguien iba a llegar, pero no quiso mencionarlo. Y fueron Sus manos las que señalaron el camino... No es Hijo, sino Dios. No es Padre, sino Uno. ¿Dónde, dónde es que me perdí? Estoy para iluminar. Estoy para guiar. Estoy para enseñar. Estoy para amar.      Soy cuenco alegre para recibir. Iba cabalgando, dejando en el viento, uno a uno, un beso... Un beso suave, fragante, dulce, amante. De fragancia:  Una flor. De sabor:  Una uva. De amor:  Una vida. No callaré a mis dedos,   no habrá costra ni herida    que me quite la dicha      de crear mundos con ellos. El alma que entiende de palabras   sabrá bien que, quien escribe,    no busca otra cosa más que        c o m p a r t i r s e. El alma que no entiende

Desierto I

Pisaba el suelo con los pies descalzos, me despertó un dolor punzante entre los dedos. Extrañado, volteé hacia el piso encontrándome con mi pie derecho mojado en sangre.  Llevé la mirada hacia mis pasos... Un largo camino carmesí me seguía. ¿Cómo es que no había sentido dolor hasta ahora?  En un arranque de lucidez, traté de recordar cuánto tiempo llevaba andando sin nada más que la desnudez de mis pies.  Recuerdo haber vestido zapatos, sin embargo, y por lo visto, hace mucho que se quedaron atrás.   Miré a mi rededor.   Vacío, gris, mudo.  El cielo, no era cielo... Parecía como si un remolino de nubes llenas de polvo cubriera el firmamento.  Por aire, ligeros soplos de un viento olor a tierra que se hacían pesados al inhalar.   Me detuve, ahí... En ese punto donde el centro del remolino dejaba pasar una luz amarillenta, casi rojiza (¿el sol, tal vez?).  Me senté en el árido y terregoso suelo, y tomé mi pie malherido.  Abrí los ojos con pasmo, al tanto que mi si