Te recordé en un sueño, en un sueño lleno de luz, de calor y ternura, en un sueño ahogado de pureza… Te recordé mientras te veía caminar, vestida de nubes, con la luz de Dios en los hilos de tu ropaje y el candor de las rosas prendado de tu talle… Te recordé en un sueño que me impregnaba de dicha, que me arrebataba las lágrimas para pintarme en los labios una dulce sonrisa… Te recordé tan viva, tan llena de alegría, con los cabellos reflejando la luz de las estrellas doradas y los ojos perdidos en el verdor de la esperanza… Te recordé y me abracé como se abraza lo que hace tiempo se dejó ir… Te recordé y me colmé de gratitud, de una excelsa conmoción que no dejaba de brillar en mis pupilas mientras tú andabas, pausadamente, alrededor mío… Te recordé y me sumergí, sin dudarlo, en el ardor de tu pecho, en esa llama bendita que resplandecía en esmeraldas…, y naufragué, cedí al océano de tu etérea existencia, me dejé arrastrar por el torrente cristalino de tus olas, por la tibieza mágica de tu tacto… Te recordé, estabas ahí, abrasándome con el fuego de tu palabra, con la virginal consigna de protegerme, de guiarme, de consagrarme a tu camino, a tu destino, a tu voluntad… Te recordé… Y es hoy que desperté gritando en gozo tu bendito nombre, con los sueños pegados a mis pestañas, con tus sacras oraciones fluyendo por mis entrañas, porque ésta es tu razón de ser, mi bello ángel de la guarda.
Quiero comerte, ligera saciarme de tus formas, completa estremecerte con mis manos, serena lamerte con mis yemas, tan tersa suprimirme en tus orificios, húmeda saberme extinto en tu Todo, Nada ser un abismo de luz, oscura ser tu torrente de agua, clara y en el éxtasis de nuestros flujos, caliente seas en un grito, libre. @esuegastellum
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