Una madre y su hijo vivían en la pobreza. El padre había muerto al nacer el niño. Con gran dificultad la madre mandó al hijo a la escuela e hizo que pudiera llegar al último año. Finalmente tenía que pagar 90 rupias como derecho de examen. La madre no sabía cómo hacer para obtener tanto dinero. Se encontraba llorando bajo un árbol, cuando el hijo le pidió que le revelara la causa de su tristeza. Cuando ella le dijo que él tendría que abandonar los estudios porque no tenían dinero para pagar el derecho de examen, el hijo le preguntó, con su inocencia de niño, si había alguien que pudiera ayudarlos. Él le devolvería el dinero más adelante. La madre respondió: “Sólo Dios es el socorro de los desamparados. Él es la fuente de toda riqueza y el proveedor universal”.
Ingenuamente, el niño le preguntó a su madre: “¿Dónde está ese Dios? De algún modo obtendré el dinero de Él”. La madre contestó: “Él está en Vaikunta”. El niño creyó en las palabras de su madre. Corrió al correo, escribió una carta, compró un sobre, guardó la carta adentro y la dirigió a “Sriman Narayana, Vaikunta”. Estaba tratando de colocar la carta en un buzón —muy alto para él— cuando el jefe de correos, al ver sus esfuerzos, se acercó a ayudarlo y le preguntó: “¿A quién le mandas esta carta?”. El niño respondió: “Señor, esta es una carta muy urgente. Necesito dinero mañana mismo para pagar mi derecho de examen. Por favor, asegúrese de que esta carta sea despachada con rapidez”. El jefe de correos tomó la carta de manos del niño y, al descubrir que estaba dirigida a “Sriman Narayana, Vaikunta”, le preguntó al niño quién le había dado la dirección. Él le relató toda la historia y lo que su madre le había dicho acerca de Sriman Narayana como el refugio de pobres y desamparados.
El jefe de correos se conmovió hasta las lágrimas con la historia del niño. Quedó maravillado con la inocencia y la pureza de su corazón y le dijo: “¡Querido niño! Yo enviaré la carta. Tú ven aquí mañana por la mañana. El dinero habrá llegado para entonces y te lo podrás llevar”. El niño enmudeció de alegría y fue a contarle la noticia a su madre. A la mañana siguiente se dirigió a la oficina del jefe de correos y le preguntó si el dinero había llegado. El hombre entró en su oficina, volvió con 90 rupias y se las dio al niño, quien regresó corriendo a su hogar. La madre se preguntó cómo habría obtenido el dinero, si lo habría robado o se lo habría dado alguien. Él le relató todo lo que había ocurrido. Le juró que el dinero había sido enviado por Narayana Mismo. La madre entonces le pidió que la llevara a ver al jefe de correos. El hombre le dijo: “No bien vi la carta de su hijo, Dios me indujo a ayudarlo. El dinero ha venido de Él. Yo soy sólo un instrumento en Sus manos”.
Oren con la inocencia de un niño
La historia tiene su moraleja: Si le oran a Dios con un corazón puro, Él utilizará a alguien para responder a sus plegarias. Es tonto preguntarse: “¿Dónde está Dios? ¿De qué modo ayudará?”. Al hacerse estas preguntas, sólo están debilitando su fe. Esa es la razón por la que Sri Ramakrishna Paramahamsa dijo: “Si quieren orarle a Dios, sean como un niño inocente”. Jesús también expresó lo mismo cuando les dijo a sus discípulos: “Dejen que los niños vengan a mí, porque de ellos es el Reino de los Cielos”. Él también solía decir: “Si soy como un niño aunque sea por un instante cada día, ¡cuán puro me volveré!”.
Esa inocencia y esa pureza son las que tienen que poseer en el corazón. Los niños deben hacer caso a las palabras de sus madres. Las madres deben evitar poner malas ideas en las mentes de los niños. Cuando existan madres e hijos tan ejemplares, el mundo estará lleno de dicha y festejos. Cuando Bharat tenga tales madres e hijos, será un ejemplo para el mundo.
No tiene sentido predicar a otros si no cambian sus propios pensamientos y su conducta. Dedíquense a hacer sadhana para limpiar el corazón y la mente, y llénenlos de pensamientos y sentimientos puros.
Bhagavan Sri Sathya Sai Baba
Extraído del D.D. del 07 - 01 - 88
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