He leído un sinnúmero de letras conformando palabras las que a la vez se funden en frases, tratando de dar una definición precisa a lo que se le hace llamar “oficio de escribir” y, en verdad, pocas son las que han llenado mi inquietud, ya que no logran describir lo que yo creo que es “escribir”.
Ajeno a todo lo que puedan decir los grandes escritores, así como personas sabias al caso (sin demeritar sus profundos conocimientos sobre el tema), he buscado crear mi particular definición: aquella que me nace del corazón y que viaja a través de mi sangre hasta atravesar los confines de mi mente para vía de expresarse en las puntas de mis dedos y, así, poder plasmarla en una hoja de papel digital.
Escribir no es un oficio, ni un trabajo, ni una obligación mundana que trata de convencer a la gente de pensar en alguna forma en especifico. Escribir va más allá de dar a conocer tus propias opiniones. Escribir es la pasión que te vibra en el interior y que busca desesperadamente salir a flote de la mejor manera que se pueda encontrar, ya sea en música, en pintura, en imágenes fotográficas o en una simple línea rasgada en la corteza de un árbol. Es el dejarte llevar cuando te sientes encerrado. Es el vibrar con la vida y gritar sus colores en una bella poesía. Es enamorarte de lo que eres sin darte cuenta. Es cantar, es reír, es bailar, es volar, es morir, es amar y odiar sin miedo a hacer daño. Es verte cara a cara con todos tus egos o con tu propia divinidad. Es por todo esto y más, que escribir jamás será un oficio para mí.
Es verdad que vivimos en una sociedad, por lo tanto, el apasionado a las letras debe (por así decirlo) buscar la manera de encajar su arte en un sinnúmero de reglas, las cuales de cierta forma bloquean la habilidad casi mágica que el escribidor tiene al plasmar sus frases, ya que pensar en un código lingüístico siempre va a ser motivo para llegar a pensar que tal vez se guarde lo que se escribe para sí mismo, tratando de evitar con ello ser criticado por no utilizar los estándares que dicha comunidad demanda al leer. Pero, ¿acaso podemos negarle a una persona el querer mostrarse en líneas sólo por no seguir al pie de la letra dicho “oficio”? Yo creo que no, ya que se le estaría despojando de la libertad que, por el sólo hecho de existir, tiene. Sí, habrá muchos en desacuerdo conmigo, tantos que por algo el mundo sigue siendo mundo. Ya no es tanto el comunicar lo que a la mente te llega, si no el que haya gente que malinterprete tu inocente expresión. Sí, la escritura tiene una importancia y es vasta, ya que gracias a ella podemos ser atendidos, escuchados aún si voz, comprendidos y vanagloriados o perseguidos por aquellos que se piensan sabios en su propio mundo de negación.
En fin, si llegase alguna vez a ver como un simple trabajo cualquiera a mi adorado arte, creo que ya no habría más sueños en mí, se evaporaría mi mente y mi corazón entristecería, porque es gracias a la escritura que puedo decir que estoy viva. Asimismo, le doy la importancia que se merece siendo disciplinada al llevarlo a cabo, ya que es en el amor y el arduo trabajo de buscar siempre ser mejor, que “sólo escribir” pasa a ser un don.
Claudia V. Ramírez.
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