De todos los días soleados, hoy que te has ido,
hoy que te has marchado,
el cielo ha decidido ponerse grisáceo y sin llorar,
sin gritar con el viento, permanece oscura la tristeza en mi aliento.
¿Te has dormido?¿Te has ido?
Dime a dónde puedo ir a buscarte,
cómo encuentro paz en mi pecho,
cómo lleno el hueco en mi interior,
ese que me duele y me mata lentamente
al ya no tenerte.
Tú, mi amiga, mi hermana, mi confidente,
mi anhelo en la tristeza, mi alivio al sufrimiento,
mi espera, mi entrega, mi alegría, mi serenidad...
mamá... te me has ido y contigo te has llevado
la mejor de mis infancias; verter mis lágrimas y
esperar a ser por tus manos enjugadas,
consciente de tu mudo adiós, quedo estática, inerte...desolada...
"No llores, mija, no llores;
estoy bien, ya no hay agonía,
mi alma reposa y mi cuerpo descansa
como en mucho tiempo no lo hacía,
desde que se me enfermó, porque así lo quizo Dios"...
Serían las palabras que me dirías si ahora me estuvieses viendo,
derramando lágrimas como una pequeña niña pérdida,
esperando a ser arropada en tus brazos.
Y con la melodía de tu voz en mi pensamiento,
llegan a mí los recuerdos, a los que me aferro ahora,
cuando en negación no acepto que te me hayas muerto;
que tu imagen quedará por siempre grabada en cada centímetro
del asfalto de estas calles, del rincón de esta casa...
tu imagen de pie, siempre sonriendo, ¡siempre en guardia!
¡Mamá, mamita!
Tan sólo vuelve un minuto más,
abraza y calma mi melancolía.
Comentarios
Publicar un comentario