Hay una herida en tu pecho,
una herida que te desangra,
una que no sanas
porque te gusta alimentarla.
No llores por ella,
tú sola la aprovechas.
La tomas como bandera,
como estandarte de tus penas.
Es un pretexto para asirte
del dolor y la pesadumbre.
De esas lágrimas que te han hecho
la peor de las costumbres.
Ciérrala, ¿no lo ves?
Te estás muriendo lentamente.
Tus ojos quieren reír,
pero tu masoquismo es latente.
¿Qué esperas?
Ella no sanará sola.
Necesita de tu ayuda.
No puede curarse si tú,
su dueña, no eres consciente
del poder que abruma.
¡Sanate!
¡Sálvate!
Antes que sea demasiado tarde.
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