Cuando ella me acompaña, me siento libre y serena.
No hay temor a ser enjuiciada...
No hay dudas...
No hay razones para fingir.
En su compañia me baño...
En su aliento, reposo...
En su suave manto, me cobijo.
Ella me mantiene alegre, aunque a veces me cale su silencio...
No hay nada como ella...
No hay cosa que se le compare...
Me ayuda a escucharme...
A entenderme...
A conocerme y, sobre todo, a valorarme.
Es por eso que hoy le he escrito a ella.
Soledad... Jamás me dejes...
Tu belleza es la luz del autoconocimiento...
La realidad de nuestra vida...
El elixir que cura las heridas.
Gracias por estar siempre aqui...
Conmigo.
Gracias.
Claudia V. Ramírez.
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