Y el corazón se me priva de latidos,
se vuelve sombrío y,
triste,
se inunda de ilusiones
frágiles
se resquebrajan en mis dedos
en esas manos que te tocan
translucidas
el cuerpo que te cubre
la pasión que arde en
tu alma llana.
Dime si recuerdas
esas palabras.
Aquellas que te dije
cuando me amabas.
Reías,
vibrabas,
y a cada sonrisa
mi pasión se acrecentaba.
¿Dónde ha ido
que no la veo?
En mis ojos se fundió
el lucero.
Oscuridad,
en mí, ella habita,
desde que te robaste
la flor de mi vida.
¿Volverás?
La ignorancia
me aturde.
Es imposible saber
lo que el destino
ha escrito
en su sagrado libro
de injusticias divinas.
¡Bromas!
Si, son bromas.
Carcajadas que brotan
de ese quien dice adorarnos,
pero...
¿Es tanto su amor que
nos priva de amarnos?
Déjame
hoy no hablaré
callaré...
Y en mi silencio,
ocultaré,
todo lo que
en mi sangre
coagularé.
Y en una muerte
afable
convertiré.
EEG@Claudia V. Ramírez
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