Bastaron solo tres palabras para romper su corazón... Jamás creyó que hablándole de esa manera ella iba a crear todo un mundo de caos en sus vidas.
Él solo la miro partirse en dos, resquebrajarse como un manojo de ajos al ser tomados por dos manos rudas.
Ella, cayendo en sus rodillas, solamente grito... "Te odio... Jamás me habían ofendido tanto... Te di todo... Todo lo que tenía en mis manos, y tú... solo lo dejaste ir... ¿a eso le llamas amor?"
Él la miro, cabizbajo... Sus labios no supieron que palabras usar... Lo único que brotaron de sus ojos fueron un par de lágrimas agridulces que le sellaron los labios. No sabía que decir, tampoco qué sentir. Lo único que emanaba de él era una gran duda.
¿A qué le llamaba amor esa mujer? ¿A que le llamaba ofensa? Si él lo único que había hecho era hacerla feliz... Fue poco el tiempo, casi un instante... Pero, fue el más rico, el más puro.
Pero, ella... Ella no lo entendió así. Para ella, eso no era amor, eso era todo excepto el sentimiento más puro... La luz más excelsa... la lágrima más dulce... La risa más bella...
Ambos lloraron, mas, el llanto era tan distinto.
A ella le dolía el cuerpo, la cabeza... A él... El corazón... Y tomándose el pecho con ambas manos, encajándose los dedos en él solo murmuro... "Perdón... Perdóname..."
Ella volteo a mirarlo con una furia contenida en mares de lágrimas... "¡Perdonarte! ¿Crees que voy a perdonarte?"
Él asintió. "Vas a perdonarme... porque mi intención jamás fue enamorarte."
E.E.G.
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