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Notas al desierto.

Y, tal vez, en el desierto sea, el letargo, mi camino; ese que hace tiempo olvidé.

No se puede beber agua de un oasis.

Cada paso iba dejando una huella de sangre en el camino de la vida, Su vida.

Se sentó, tuvo tiempo de hacerlo, sabía que alguien iba a llegar, pero no quiso mencionarlo.

Y fueron Sus manos las que señalaron el camino...

No es Hijo, sino Dios.
No es Padre, sino Uno.

¿Dónde, dónde es que me perdí?

Estoy para iluminar.
Estoy para guiar.
Estoy para enseñar.
Estoy para amar.
     Soy cuenco alegre para recibir.

Iba cabalgando,
dejando en el viento,
uno a uno, un beso...

Un beso suave,
fragante,
dulce,
amante.

De fragancia:
 Una flor.
De sabor:
 Una uva.
De amor:
 Una vida.

No callaré a mis dedos,
  no habrá costra ni herida
   que me quite la dicha
     de crear mundos con ellos.

El alma que entiende de palabras
  sabrá bien que, quien escribe,
   no busca otra cosa más que  
     c o m p a r t i r s e.

El alma que no entiende de palabras
  dará un sentido equívoco
    hasta a sus propios pensamientos.









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