Ir al contenido principal

A través de la mirilla... [1ra. Parte.]

"Hoy me voy a prensar de ti, de tus ojos, de tu boca, de tu pelo…"
Llevaba un buen rato dándole vueltas a esa frase en su cabeza, no sabía cómo continuar. El silencio le seguía.  Llegaban a su mente palabras; frases cortas que trataba de combinar con ese comienzo, pero nada le convencía.  Frustrado, arrancó la hoja para hacerla bola en sus manos y luego lanzarla a la pared que tenía a unos metros frente a él.  Volvía a suspirar, a tomar aire profundamente, trataba de encontrar otro inicio… Imposible. ¿Qué pasaba por su cabeza realmente? ¿Qué era lo que quería decir que no podía salir de sus manos? Se avasallaban entre sus dedos esos cuestionamientos, mientras en su cabeza se agolpaban las respuestas; aún mudas, temerosas, dispersas. 
Daba lentos giros en la silla al tanto que trataba de callar a su mente, era mejor buscar el silencio entre tanto ruido que lo agobiaba, pero… El silencio parecía no querer visitarle.  Volvía la misma frase a amotinarse en sus sienes y en sus labios… Ahora la decía quedamente, casi como si deseara no dejarla ir… La aferraba a su lengua, a sus dientes.
"Hoy me voy a prensar de ti, de tus ojos, de tu boca, de tu pelo…"
Detuvo los giros de la silla para ponerse de pie y llevarse las manos a la cabeza, se apretaba los ojos y la frente; estaba comenzando a sentirse agobiado, desesperado, ansioso. Tomó aire con profundidad y miró hacia la ventana, parecía que la noche había llegado ya; se acercó a la ventana, hizo a un lado la cortina y observó al cielo que yacía majestuosamente estrellado, no había nubes que lo cubrieran, todo era brillo y luna. En su rostro se dibujó una leve sonrisa sin motivo aparente, sólo un reflejo tal vez.  Aguardó por un largo rato ahí, no sabía qué o a quién. En su mente se apreciaba solamente una luz muy sutil acompañada de una voz muy lejana… 
"Hoy me voy a prensar de ti, de tus ojos, de tu boca, de tu pelo…"
En la garganta se le estaba formando un nudo que llevó a sus ojos a inundarse de agua, así, de la nada, sólo por esas palabras que provenían de esa voz lejana, de esa luz sutil.  Con pesadez, cerró la cortina y volvió la mirada a la habitación donde, esa noche, se encontraba.  Clavó los ojos en las decenas de bolas blancas que adornaban la alfombra; en todas, y en cada una, yacían escritas de su puño y letra esas palabras que no dejaban de lastimarlo, ¿a dónde es que lo querían llevar? No lo entendía, tampoco es que deseara recordar la procedencia de esa voz, porque sabía que de alguien era, no sólo era una voz creada en su mente, ese sonido grabado en su cabeza había pertenecido a los labios de una persona ajena a él. 
Acercó su humanidad al lugar que hacía de porta bolas de papel y se puso en cuclillas para tomarlas, una por una, y lanzarlas al bote de basura que yacía a unos pasos a su derecha.  
Tres llamados a la puerta, muy leves y casi temerosos, le hicieron brincar levemente, no esperaba a nadie, mucho menos tan tarde.  Miró el reloj que portaba en la muñeca…
"2:00 a.m"
Se puso de pie con lentitud y, un poco desconcertado y pensativo, esperó a que volvieran a llamar, pero ya no lo hicieron.  Quiso no mirar por la mirilla de la puerta, pero lo hizo.  Su rostro se transformó en una mueca de dolor; una que parecía nacer de un pesar profundo.  Se llevó las manos al pecho, pues el corazón le estaba latiendo tan rápido y tan fuerte que parecía iba a salirse de su lugar.  El aire que respiraba le parecía insuficiente para mantenerlo despierto, no pudo sostenerse en pie, no después de ver a través de la mirilla.
"Hoy me voy a prensar de ti, de tus ojos, de tu boca, de tu pelo…"

Esu Emmanuel G. 

Comentarios

Entradas populares de este blog

La Cima de la Frustración.

Creo que me cansé de escribir, de escuchar que no se logra mucho haciéndolo y de leer a otros lograr ese poco con facilidad. Me cansé de hablar, de darle una razón tonta a mis palabras, de dar a conocer mi irrelevante opinión a las masas y de sentirme mal por no obtener la atención que creo merezco. Me cansé de buscar afuera lo que ni dentro tengo.  Ver tantas realidades peleadas con las mías me terminó de matar las pocas ganas que tuve de sobresalir. No tengo ni quiero el éxito, sólo pretendí no estar sola, quitarme esa idea de insolación que tengo, pero se agudizó más con todo lo que encontré en el camino.  Hoy sólo quiero callar frente a mis hojas... No tengo nada qué hacer fuera de ellas.  Quizás vuelva. Quizás no. En el entretanto, callaré.

Clave Sol (Solitude)

Clave Sol: El primer volumen de la trilogía llamada "Solitude", nos adentra a un mundo lleno de magia, inocencia y fe; sendero que Soledad, nuestra protagonista, deberá caminar para vía de realizar su sueño más anhelado.  La historia nos adentra en esa lucha interminable por la que se atraviesa al ser niño, al tratar de mantener vivas las fantasías que, ante la adversidad de un mundo "adulto", gris y lleno de prejuicios, se resquebrajan al tomar el sendero que la represión asfixiante de la sociedad impone al creerlo correcto.    Caminemos con ella, a través de este largo, mas bello viaje, que nos irá desnudando la materia para conocernos y sabernos como aquellos niños sonrientes al luchar por todo cuanto amamos.  Una hermoso escrito que no puede ser encasillado en un sólo género.   Aquí encontraremos una novela, un cuento, un teatro, un libro dirigido a todas aquellas personas  que quieren despertar y ver la vida como lo que es... Color. De ven

Ángel Esmeralda.

Te recordé en un sueño, en un sueño lleno de luz, de calor y ternura, en un sueño ahogado de pureza… Te recordé mientras te veía caminar, vestida de nubes, con la luz de Dios en los hilos de tu ropaje y el candor de las rosas prendado de tu talle… Te recordé en un sueño que me impregnaba de dicha, que me arrebataba las lágrimas para pintarme en los labios una dulce sonrisa… Te recordé tan viva, tan llena de alegría, con los cabellos reflejando la luz de las estrellas doradas y los ojos perdidos en el verdor de la esperanza… Te recordé y me abracé como se abraza lo que hace tiempo se dejó ir… Te recordé y me colmé de gratitud, de una excelsa conmoción que no dejaba de brillar en mis pupilas mientras tú andabas, pausadamente, alrededor mío… Te recordé y me sumergí, sin dudarlo, en el ardor de tu pecho, en esa llama bendita que resplandecía en esmeraldas…, y naufragué, cedí al océano de tu etérea existencia, me dejé arrastrar por el torrente cristalino de tus olas, por la tibieza mág