¡Actúa simplemente!
Sin compulsión por hacerlo
y sin repulsión por no hacerlo
¡simplemente actúa!
Esto es llamado acción en inacción.
Sin poner el ojo en los frutos,
sin sentido de yo o de mío,
¡simplemente actúa!
- Por el bien de Aquello.
¿Qué es lo que nace? – Cuerpo
¡Qué es lo que muere? – Cuerpo
¿Qué es lo que renace? – Mente
¿Qué es lo que ha de morir para terminar con el renacimiento? – Mente
¿Y qué es lo que nunca ha nacido y que nunca muere? – Atma
¿Cómo pueden entender Aquello
que no tiene un estrado?!
¿Cómo pueden comprender Aquello
que no tiene final?
Aquello que no tiene fondo
¿cómo lo pueden sondear?
y Aquello que no tiene dimensiones
¿cómo lo pueden medir?
¿Quién puede calcular las profundidades del Corazón
O, con las categorías de la mente,
hablar de Aquello que las palabras
no pueden definir?
¿Quién puede confinar al Espíritu infinito
o, con los límites del Tiempo,
especificar Aquello
que está allende el Sonido?
Lo profundo está apelando a lo profundo
en las profundidades de lo insondable.
¡Oh! ¿Cómo podría decir el Alma
la Verdad indecible
para que pueda llegar hasta Ustedes
sólo a través de Ustedes?
¡Cuando Eliminan el Hilo, la Tela no puede Persistir!
¿Qué es lo que hace que una acción sea buena o mala? En otras palabras, ¿qué es lo que hace que una acción sea vinculante? Cuando inquirimos en el tema descubrimos que no es la acción en sí misma lo que la hace buena o mala, sino las circunstancias que la rodean. Estas circunstancias son siete : quién, a quién, por qué, cuándo, dónde, qué y cómo. Estas circunstancias son los atributos de la mente o frutos de la acción y sólo ellas hacen que una acción sea buena o mala. Por ejemplo, el acto de orinar no es bueno ni malo por sí mismo. Mas si uno orinara dentro de una iglesia o un mandir, todos gritarán ¡sacrilegio! Aquí no es la acción la que es el problema, sino 'dónde' fuera realizada. Si hubiera sido un bebé de un mes el que realizara la misma acción, la gente no se manifestaría puesto que el 'quién' ha cambiado.
El secreto de la acción desinteresada (acción sin ego) radica en entregarle las siete circunstancias de la acción a Dios. Cuando Le entregamos estas categorías mentales a Dios, descubrimos que Le hemos entregado la mente entera.
La primera es el 'Quién'. Deben sentir que Dios es el hacedor de la acción. Puesto que Dios les lleva a ustedes y a su carga ( y la única carga es el peso mental) ¿no resulta tonto el seguir cargando su corazón con ese peso? El sabio Ramana lo expresa tan bellamente : lo que haya de suceder sucederá, sin que importe cuanto hagan para que no suceda. Y lo que no haya de suceder no sucederá, sin que importe cuanto se afanen por hacerlo suceder. Sabiendo esto, dejen que suceda lo que haya de suceder y que no suceda lo que no haya de suceder. Al intentar que suceda lo que no se supone que suceda y que no suceda lo destinado a suceder, simplemente nos embrollamos en la interminable rueda del Karma. Esta es la ignorancia que ata al hombre a nacimiento tras nacimiento : el pensar que son aquel que hace que las cosas sucedan. Dios es el hacedor, aunque pretende no estar haciendo nada. El hombre no hace nada, aunque pretende estar haciéndolo todo. Esta mentalidad ha de ser desechada. ¡Permítanse Ser simplemente, siendo! Sean un canal para lo que haya de suceder. No se preocupen de lo que no está destinado a suceder. En esto reside la ventura de la Felicidad, la unión con el alma. Desentiéndanse de las preocupaciones de la vida y disfruten de la emoción de cabalgar en alas de la total entrega al Señor. ¡Dios lo está haciendo todo! Ustedes no son diferentes de ese Dios. ¡Relájense! ¡Entonces es cuando las cosas verdaderamente suceden!
La segunda es 'a quién'. Deben sentir que Dios es el receptor de cada acción. Jesús dijo, "Todo lo que les
hagan a estos pequeños, ¡Me lo hacen a mï!" Y puesto que ustedes y Dios son Uno y lo mismo, resulta que todo lo que le hagan a cualquiera, se lo hacen a sí mismos. De ahí la regla de oro : "No le hagas a otros lo que no quieras que te hagan a tí". El darse cuenta que en verdad no existe otro es alcanzar esa trascendencia mental en donde ya no existe diferencia alguna entre el "quien" y el "a quien".
La tercera es 'Cómo'. Debemos sentir que Dios es el medio para cada acción. ¡Dios es el gran Proveedor!
Dios es también la providencia. En Su tesoro no falta nada. ¡Cuando le entregamos a Dios el 'Cómo' de cada acción, nuestras vidas se convierten en una corriente de Divinos milagros y sorpresas! "Para Dios todas las cosas son posibles". [Mateo 19 : 26]
La cuarta es 'Por qué'. Debemos sentir que Dios es la razón para cada acción y que Su razón es aquel Amor que se ubica allende la razón y no sabe de si es o no la ocasión. Debemos aceptar todo lo que nos suceda como un Divino y precioso don de Puro Amor destinado para nuestro máximo bien. De este modo nuestras vidas se convertirán en un Divino canto de alabanza y de agradecimiento. Las escrituras dicen, "Dad las gracias por todo; porque esto es lo que quiere Dios que hagan todos en Jesucristo." [1 Tesalonicenses 5: 18, 19]
La quinta es 'Cuándo'. Debemos sentir que el momento de Dios es el mejor para cada acción y el momento de Dios es el Ahora. El entregarle a Dios el 'Cuándo' de nuestras vidas es el vivir en esa quietud del Presente en donde experimentamos el Poder de la Presencia de Dios que es Omnipresente. "Calla y sabe que Soy el que Soy" [Salmo 46 : 10]
La sexta es 'Dónde'. Debemos sentir que Dios es la Presencia de trasfondo de cada acción. ¡'En todas partes' está en Dios! Porque dentro de Él vivimos, nos movemos y existimos. [Hechos 17 : 28]
La séptima es el 'Qué'. Debemos sentir que Dios no solamente es la causa eficiente de cada acción, sino también la causa material de la acción. Dios no es únicamente el orfebre, Dios es tambien el Oro.
Dios es la sustancia y la esencia; la suma y el substrato. Dios es la Totalidad y nosotros somos esa plenitud de la cual lo Pleno se separó de Sí Mismo para amarse a Sí Mismo.
Estas siete circunstancias de la acción representan el hilo con el cual está tejida la tela de la mente. Cuando estos hilos desaparecen, la mente no puede persistir.
Sin embargo, mientras le dictemos a Dios los 'quien', 'a quien', 'cómo', 'por qué', 'cuándo', 'dónde ' y 'qué' de nuestras vidas, serán inevitables el nacimiento y el renacer, porque el hilo siempre será vuelto a tejer en una nueva tela.
R.P. Charles Ogada, Orden del Espíritu Santo
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